Tras la muerte y resurrección, Jesús ya no se encontraba físicamente con ellos, pero a partir de Pentecostés, la comunidad de cristianos se encargan de hacer presente la vida y su mensaje. Aquello que Él comenzó y predicó se hace realidad gracias a la fuerza del Espíritu Santo. Los cristianos somos hermanos, hijos de un mismo Dios Padre, celebran la eucaristía juntos, y se entregan a la misión de predicar el mensaje de Jesús a todos los pueblos.
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